En artículos anteriores hemos hablado de la importancia de la mente, de las grandes posibilidades que nos ofrece y de la forma en que debemos alimentarla (con buenos pensamientos) para que se mantenga sana y a su vez nos proporcione, a través del cerebro, los recursos necesarios para alcanzar los objetivos que nos propongamos.
Antiguamente se creía que la iluminación sólo se podía alcanzar a través de la negación del cuerpo y de todos sus "placeres" (particularmente la sexualidad y la alimentación), razón por la cual se auto-flagelaban y castigaban con látigos e instrumentos de tortura como el silicio. No obstante, nadie ha encontrado la iluminación fuera del cuerpo. De hecho, la transformación ocurre a través del cuerpo, como lo menciona Eckart Tolle en su libro El Poder del Ahora.
Así las cosas, también es importante cuidar nuestro "santuario", ya que en última instancia es él quien nos permitirá vivir más o menos, según el manejo que le demos.
Los avances de la medicina han permitido elevar la esperanza de vida a los 80 años, cuando en el siglo XIX era tan sólo de 48. Inclusive, a principios del siglo XX las personas podían morir de ¡apendicitis! Esto le pasó a mi tía abuela Concepción que murió en la década de los 20's en Paris (la meca de la medicina en ese entonces) a los 14 ó 15 años de edad porque no existía un tratamiento para este trastorno. Sin embargo, si no controlamos las afecciones de la vida moderna: El estrés, la preocupación excesiva, la intolerancia, la agresividad y el pesimismo, podríamos tener un retroceso en esa expectativa de vida de cuenta de un infarto o un cáncer.
No se trata de seguir la tendencia de la vanidad excesiva o la obsesión por las cirugías, pero sí brindarle una buena alimentación, acompañada de suplementos vitamínicos realmente efectivos, sesiones de ejercicio de 30 minutos diarios, ocho horas de sueño reparador, una buena dosis de pensamientos positivos, sonrisas y mucho, mucho amor como nos muestra el siguiente video:
Medicina Antienvejecimiento
Así las cosas, también es importante cuidar nuestro "santuario", ya que en última instancia es él quien nos permitirá vivir más o menos, según el manejo que le demos.
Los avances de la medicina han permitido elevar la esperanza de vida a los 80 años, cuando en el siglo XIX era tan sólo de 48. Inclusive, a principios del siglo XX las personas podían morir de ¡apendicitis! Esto le pasó a mi tía abuela Concepción que murió en la década de los 20's en Paris (la meca de la medicina en ese entonces) a los 14 ó 15 años de edad porque no existía un tratamiento para este trastorno. Sin embargo, si no controlamos las afecciones de la vida moderna: El estrés, la preocupación excesiva, la intolerancia, la agresividad y el pesimismo, podríamos tener un retroceso en esa expectativa de vida de cuenta de un infarto o un cáncer.
No se trata de seguir la tendencia de la vanidad excesiva o la obsesión por las cirugías, pero sí brindarle una buena alimentación, acompañada de suplementos vitamínicos realmente efectivos, sesiones de ejercicio de 30 minutos diarios, ocho horas de sueño reparador, una buena dosis de pensamientos positivos, sonrisas y mucho, mucho amor como nos muestra el siguiente video:
Medicina Antienvejecimiento
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